sábado, 19 de mayo de 2007

Una corta historia sobre una tripulación

Han pasado dos meses y por el horizonte asoma nuevamente el sol, pero la tormenta se pareció a la de la película (la tormenta perfecta).


Esta historia comenzó hace cinco meses, cuando el dueño del remolcador llegó acompañado del capitán y un equipo
de especialistas que le realizaron una revisión completa, lo mandaron a pintar y pusieron los motores a punto. Ante tanto movimiento, la tripulación le preguntó a su capitán que sucedía, y la respuesta que obtuvieron fue: "han hecho un trabajo estupendo, pero como el dueño quiere que el barco navegue más tiempo y consiga traer mas mercadería, le están realizando estos retoques. No se preocupen que ustedes son la mejor tripulación que tenemos en toda la flota, además de ser los más destacados que hay en este puerto y tanto el dueño como yo estamos orgullosos de que trabajen para nosotros".

Tres meses después, el capitán llama a toda su tripulación y les dice que deben zarpar sin él porque el dueño del remolcador le ha pedido que lo acompañe a ver otro barco, pero no se preocupen que él va a dirigir la travesía como siempre pero desde el puerto. A la mañana siguiente de zarpar, la tripulación presiente que una tormenta se avecina y le consultan al capitán, quien les contesta que no se preocupen.

Un día después, el capitán les comenta que van a n
ombrar a otro capitán para que los guíe de otro puerto debido a que él y el dueño han comenzado a visitar un nuevo barco.

Dos días después, el capitán llama a sus oficiales y les cuenta que el dueño había decidido vender el remolcador y que el nuevo dueño iba a nombrar un nuevo capitán para que los guíe el resto del viaje pero debían cambiar de puerto de llegada. Tratando de tranquilizar a sus oficiales les dijo que no se preocuparan, porque había hablado con el nuevo capitán que conocía de reuniones anteriores y desde su punto de vista, era una persona experimentada en dirigir remolcadores y por supuesto que iba a necesitar de toda la gente para continuar la travesía, hasta llegar al nuevo puerto. Mientras tanto les pidió al primer oficial y algunos marineros de confianza del primer oficial, vuelvan a puerto y lo acompañen a él y al dueño a descansar porque el año había sido duro y como no podían ir todos, el resto de la tripulación debía continuar el viaje.

A la mañana siguiente se decidió avisarles a toda la tripulación de l
a situación sobre el nuevo dueño que iba a tener el remolcador y aprovechó para invitar al jefe de flota y al dueño a que les transmitieran unas palabras sobre la situación. Citó a toda la tripulación en la sala de conferencias y mediante los altos parlantes les dio la noticia. Para que no se intranquilicen, les contó que los nuevos dueños eran la compañía número uno en la actividad de remolcadores y que si bien él había dirigido las operaciones durante dos años, la compañía de la que eran parte hasta ese momento que se especializaba en cruceros, había decidido enfocarse únicamente en esa actividad (él volvería a navegar en un crucero pero esta vez como capitán). La tripulación no salia de su asombro, pero el les dijo que seguramente iban a demostrar lo que habían aprendido de él, eso les iba a permitir integrarse a cada uno de los tripulantes, fácilmente en la nueva compañía.

No obstante como la compañía de cruceros iba a seguir necesitando del remolcador, habían hecho un acuerdo con la nueva empresa que se asemejaba a un acuerdo matrimonial por lo cual seguramente iban a mantenerse en contacto. El trato era lo más beneficioso para ambas compañías y el beneficio para la gen
te y el remolcador era la incorporación a la flota más moderna y tecnológicamente avanzada de remolcadores de esta zona del mundo.

Por su parte el dueño también intento darles un mensaje tranquilizador y les dijo que lo que la gran compañía de remolcadores se había decido en comprar al remolcador por la experiencia
de la tripulación debido a que se habían destacado en el negocio, al punto que al venderlos el negocio le reportó el un 50% más de lo que pidieron (al remolcador lo querían vender en cuatro millones y lo terminaron vendiendo en siete millones). Para no olvidarse de la tripulación el capitán y el dueño, decidieron mandar a un fotógrafo mientras les daban la noticia de que tenían a un nuevo dueño, porque querían mostrar al resto de la compañía que estaban actuando por el bien de los empleados del remolcador. La tormenta había comenzado y la llovizna se había convertido en lluvia. Muchos de los tripulantes del remolcador trataron de comunicarse con amigos y conocidos en la empresa para que les comentaran si los podían ayudar a pasar la tormenta y les dijeron que no podían hablar con ellos porque el dueño comentó que no esos tripulantes no iban a volver a la empresa o simplemente no les contestaban.

Lo más interesante es que el dueño y su gente han comenzado un proyecto de comunicar a los empleados que ellos eran el activo más importante que tenían que cuidar y estaban tratando de dar ejemplos claros de hacer crecer a los empleados que más aporte hubiesen hecho.

La tormenta empeoró y la tripulación apelo en cada área de trabajo al espíritu de grupo que habían forjado y les permitió destacarse en la gran flota a la que habían pertenecido, hasta esos días.

La tormenta ha durado dos meses y el nuevo capitán, sus oficiales y el personal del nuevo puerto han comenzado a darle apoyo a los más de cincuenta tripulantes del pequeño remolcador. Por supuesto que de su antiguo capitán no han tenido noticias y los oficiales más alineados con el capitán volvieron al remolcador a buscar sus
pertenencias.

Si a esta historia le hacen unos retoques y en lugar de
un capitán piensan que es un gerente general y que el remolcador es una empresa, la historia seguramente tomaría más sentido para muchos empleados y empresarios.

Lo más interesante es imaginar el éxito que tendrá este grupo empresario en implementar una estrategia de responsabilidad social empresaria consistente.

Seguramente lo alcanzarán, pero deberán detectar a los gerentes que se comporten como en el relato, para aclarar su accionar, re-educándolos.

Este debe ser un objetivo importante para la gerencia top, debido a que la distancia entre el decir y el hacer no deber existir o debe ser lo más chica posible, teniendo en cuenta que cualquier estrategia de responsabilidad social empresaria tiene como uno de los ejes principales la situación de los empleados como uno de los principales stakeholders a desarrollar.

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